Llegamos a la capital de Baviera una tarde fría. Mapa en mano, recorrimos el centro histórico de la ciudad esa tarde y todo el dia siguiente:
- Marienplatz, el viejo ayuntamiento y la Columna de María. Al reloj "cucu" no lo vimos salir, solo debimos conformarnos con sus campanadas.
- La iglesia de St Peter y la de Nuestra Señora (Frauenkirche).
- Theatinerstrasse, su iglesia amarilla (Theatinerkirche) y la antigua Residencia de los reyes de Baviera.
- Maximilianstrasse con sus vidrieras carísimas y los buenos hoteles
- La peatonal Kaufingerstrasse.
- La antigua cerveceria Hofbrauhaus y alguna otra.
- El mercado de frutas y verduras.
Y fuera de su casco viejo, conocimos el parque donde se celebraron las Olimpíadas de 1972 y el museo-concesionario BMW.
Por supuesto, para confirmar que esta ciudad es la "capital mundial de la cerveza" probamos varias marcas artesanales, acompañadas por la típica Weisswurst (salchicha), spatzel y algunos otros platos.
Al viaje de vuelta lo hicimos en parte por la famosa "Ruta Romántica" que atraviesa pueblitos bien pintorescos.
Apuntábamos al Castillo de Neuschwanstein ( o "de la nueva piedra del cisne") que habría sido aquel que inspiró a Walt Disney para diseñar el de la Bella Durmiente.
Al pié de la montaña, el pueblo de Hohenschwangau, pequeño y tan perfecto que es de película.
Desde allí salen los coches a caballo que por 6 Euros por persona suben hasta arriba, donde se construyó el famoso castillo.
Su construcción comenzó en 1869 por orden del rey Ludwigg II de Baviera. Para esa época no eran necesarias semejantes construcciones, sin embargo el rey añoraba volver a la Edad Media y con ese fin comenzó la obra. En 1884, se instaló en el castillo aún en construcción, pero solo vivió allí unos meses, hasta que lo destituyeron por incapaz y murió ahogado misteriosamente en un lago.
Dentro está prohibido fotografiar. Del interior solo se muestran las salas donde vivia el rey y sus sirvientes, todo decorado muy románticamente con interpretaciones de grandes obras literarias de la Edad Media ya que el rey era muy culto y pasaba mucho tiempo leyendo. El recorrido es muy breve (35 min.) y se hace con audioguías.
El paisaje desde allí arriba es espectacular y es el entorno perfecto para un castillo diseñado como para un cuento de hadas, no en vano recibe un millón de visitas por año.
Concluido el recorrido y sacadas muchísimas fotos, bajamos al pueblo caminando. Luego de un almuerzo bien rápido, pusimo el auto apuntando primero al oeste y despues al sur. Tres horas de camino por montaña vía Austria nos permitió cruzar por pequeños pueblos, varios centros de esquí y alguna ciudad como Bregenz, a orillas del lago Konstanz.
Cuando todo está pintado de blanco, los parques cerveceros del Englisher Garten de Munich se cierran. La excusa perfecta para volver en época estival!