Ko Samui es la tercera isla en tamaño de Tailandia, y el segundo destino turístico en ese país. Luego de un vuelo de 90 minutos desde Singapur, llegamos a un aeropuerto de vigas de madera y techo de quincho, con la oficial de aduanas más simpática que hemos conocido, jardines con flores, comida y bebida gratis ( para mantener contentos y con la boca llena a todos los pasajeros con vuelos demorados).
La playa de Choeng Mon es una bahía al noreste, a solo 10 minutos de viaje desde el aeropuerto por la ruta circular que rodea la isla. Es ideal para familias. De arena blanca impecable y agua turquesa, el mar no tiene olas y solo circulan unos pocos vendedores, que parecieran tener exclusividad a lo largo de los dos kilómetros que abarca esta playa. Varios quinchos ofrecen masajes, del tailandes y otros con diferentes aceites.
Los viernes hay que ir a Fisherman's Village, una feria que ofrece desde comida típica local, artesanías, shows hasta ropa de marca falsa. Varios restaurants dan la posibilidad de comer sentado lo mismo que se vende más afuera, en cada puerta un altar y mucha gente de todas partes mira, regatea y compra.
Para ir o volver el medio de transporte es el taxi, ya sea del común o del colectivo. Este último parece estirarse hasta que el último viajero queda al borde mismo de la camioneta. Ni seguro, ni nada, pero si los demás pasajeros son buena compañía el viaje pasa muy rápido.
Chaweng es la playa más larga y popular. Una calle comercial , abarrotada por arriba de cables, y por abajo de restaurants, motos y
ladyboys ( de acuerdo a una fuente, el noventa por ciento de las
señoritas que ofrecen sus servicios en la isla nacieron siendo hombres). A cada paso, callecitas internas se abren con ferias que a la larga ofrecen todas la misma bijous, la misma ropa o el mismo souvenir, con lo cual queda claro que hay que pelear el precio: sin mucho esfuerzo se logran rebajas importantes. Al bajar a la playa se puede hace un paseo de más de una hora mirando restaurants, bares y más vendedores.
El Parque nacional marítimo es quizás el destino más visitado en los alrededores de la isla, especialmente orientado a los buceadores.
Teniendo en cuenta la edad de las chicas, optamos por un tour más acorde a turistas pequeños: desde el mar, en un barco. El paseo era guíado por un austríaco que con anécdotas sobre la vida cotidiana y datos jugosos hizo aún mas interesante el recorrido. Así pudimos ver el Big Buda ( las dos esculturas gigantes del dios budista, según la perspectiva china y la tailandesa), Hin Ta y Hin Yai, dos rocas que con esos nombres rememoran a los abuelos y abuelas, y tambien las distintas playas y hoteles más reconocidos. Al cabo de dos horas de navegar, el ayudante local tomó el mando de la excursión al bajar en la isla Koh Tan, que significa "Isla Verde de Paz", y que es la típica isla que los náufragos encuentran en las películas: sin muelle, un bote acerca a los turistas desde el barco hasta la arena. El agua completamente transparente, palmeras llenas de cocos y un bar solitario, "Charlie Coco Bar", a cargo de un francés. En esta isla solo viven 25 personas, pero creo que solo vimos a cuatro de ellos. El almuerzo sobre tablones, riquísimo, con platos tradicionales, duró lo suficiente como para descubrir cangrejos en el agua, conocer el rum ( bebida alcoholica del lugar), balancearse en las boyas colgadas de palmeras y recostarse un minuto en una hamaca... y todos arriba del bote, a hacer snorkeling!
Lamentablemente quedará en la memoria familiar los detalles de esta excursión ya que la cámara sin batería no puede sacar una sola foto! Pero, por eso este relato tan exhaustivo! Lejos de conformarse con tirarle frutas y arroz a los peces, Male se puso el chaleco en un minuto y bajó al agua donde la esperaba Fermín. Feliz, nadó entre los peces azules con franjas amarillas, blancos y amarillos. No encontró a Nemo por que hay que buscarlo en Phuket, pero sí se esforzó por ver a Doris, por que le juramos que nosotros sí vimos a la amiga del pececito naranja de Disney. Clari no disfrutó en absoluto de los peces a su alrededor, por lo que subió enseguida al bote y nos saludó desde allí arriba. El guía tailandés, de manera sumamente simpática y en perfecto inglés, solicitó que no tocáramos de ninguna manera los corales, no solo para evitar lastimaduras que pueden ser muy peligrosas ( es muy frecuente desconocer la alergia a este tipo de organismos), sino también para no colaborar con su destrucción. Luego de una hora en aguas sumamente transparentes y cálidas, al rayo del sol, navegamos de vuelta al barco. Estacionado en una zona más profunda, Fermín, Male y otros pasajeros aprovecharon la oportunidad de saltar al agua desde cubierta ( y hasta desde el techo) para nadar por otra media hora.
Cuando el capitán terminó de refrescarse, continuamos el viaje hacia Koh-Si-Koh-Ha, un archipiélago de cinco islas de piedra caliza cuyo nombre traducido al ingles sería "Five Sisters Islands", situado frente a Taling Ngam. Aquí nacen y se crían ciertas golondrinas cuyos nidos forman parte de la comida china desde hace cientos de años ya que poseen gran cantidad de nutrientes. Esta propiedad eleva su precio hasta Us$ 10.000 el kilo (dependiendo de su color). Las islas están concesionadas solo a los recolectores, llamados Gitanos del Mar, quienes, además, deben proteger aquellos nidos de eventuales ladrones. El barco navega por corredores de más de 50 metros de profundidad, permitiendo ver el interior de las islas, sus paredes verticales sobre el agua, las cuevas en ellas y las casitas de caña de los pescadores que prácticamente cuelgan de la roca.
![See the Gypsies' hut?](https://lh3.googleusercontent.com/blogger_img_proxy/AEn0k_uPlF4jTiEp3LnhDjpEsyBBTg9bThhZhBOjnW5SxZUuMDHQU4elfOHKpXlS7ruS240Ke7x0T54LTalgu5abM-HPCNSrDPxTtOj5f6mqc1pnJgH1vZxS8Qmx_Xmdfc201VJES3-A9f6SgucEX2vXcOAWalgyucdvLONq3z0km-Ib9xFqBymzksc=s0-d) |
Foto de la web. Muestra las casitas de los Sea Gipsys |
![](https://lh3.googleusercontent.com/blogger_img_proxy/AEn0k_vhLuC1ty4_qCvpzkCDQUVyILSwvCQWldCrHCs32V4q94RBMjsfnY2tk6Wp7fYx45r9lNVvaKbIOFUsMEayv3IbCsNlQEqo7TYS5KXC6B6YPntxyuQG_txcMTLnNYHMgrY=s0-d) |
Foto de la web. Aquí se ve el barquito que nos llevó a conocer los alrededores de la isla |
Alrededor de las cuatro de la tarde, el barco nos dejó en el puerto Nathon Pier, más que satisfechos con la experiencia. La vuelta en shuttle hasta el hotel se hizo por la parte norte de la isla, con lo cual podemos decir que hemos dado la vuelta a Koh Samui por completo.
Otra vez quedaron pendientes: las cascadas de 80 metros de altura, el safari en elefante por el centro de la isla y, como ya dijera anteriormente, el parque nacional marítimo. Pero con estas imágenes, y una tormenta tropical nos despedimos de esta isla una semana mas tarde de haber llegado, felices por tanto conocimiento, diversión y descanso acumulados.