Un Mercado de Pascuas anunciado en cierta revista de turismo nos trajo hasta Thun, una ciudad a orillas del lago de igual nombre y muy cercana a Berna, que tenía muchas ganas de visitar ya que en el verano solo la habíamos espiado desde la ventanilla del auto.
Sonia y Luisito nos siguieron a lo largo del viaje de ida, largo, muy largo, ya que el GPS nos llevó por la ruta 10, una ruta regional que cruza a través de los Alpes de Berna, pueblitos y granjitas. Super pintoresco, eso no se puede negar.
El mercado de Pascuas pasó sin pena ni gloria, ya que tenía poco que lo diferenciara de un mercado semanal, como los que se hacen en cada ciudad suiza los sábados.
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Recorrimos el casco antiguo de esta ciudad, dominado por un castillo al que se accede por unas escaleras interminables de piedra y cubiertas por un techo antiquísimo de madera. El centro no es grande, no más de dos calles paralelas sobre las que se ubican lindos comercios y restaurants con sus mesas al sol, bordeando el río.
El paseo a sus orillas desemboca en un lago impecable, y tan transparente que se ve perfectamente cada piedra del fondo. Caminamos hasta descubrir el parque de juegos infantiles, muy divertido para los chicos, y muy pintoresco por que mira hacia el lago y las montañas, ahora nevadas.
La tarde terminó con un café, torta y helado en una terraza frente al río, justo a la hora en que todos los vendedores desarmaban el mercado, para pena de Clari que quedó sin los anteojos tridimensionales que quería comprar.
Al viaje de vuelta lo hicimos, primero, rodeando el lago Thunersee hasta Interlaken, y luego por autopista. Así cuminó un día tan lindo, haciendo el que es mi camino favorito en Suiza!