Fermín y yo volvimos a París después de doce años, esta vez, casados y con dos hijas. Cualquiera diría que no iba a ser fácil, pero las chicas ya están acostumbradas a recorrer grandes ciudades en poco tiempo, y nosotros ya sabemos cómo presentarselas de manera interesante, asique no resultó tan complicado. Además, París ya se promociona sola. Clari ya tenía claro cuales eran sus objetivos en la capital francesa: conocer la Torre Eiffel y ver la Mona Lisa. Y de tanto repetirlo convenció a Male, por lo tanto la ansiedad se había duplicado.
El viaje en auto desde Zug se alargó bastante ( íbamos todos para el mismo lado?!) y llegamos al hotel reservado en Montparnasse a medianoche del Jueves Santo, casi ocho horas mas tarde de la hora de salida.
Sin embargo, amanecimos al dia siguiente con todas las energías. Menos mal por que sería un Viernes Santo muy largo que no terminaría hasta las 10 de la noche! El circuito comenzó en la Torre Montparnasse, en la que tocamos el cielo con las manos, literalmente. Desde la terraza del piso 56 se puede ver toda la ciudad y sus íconos, a cambio de no mas de 20 minutos de espera.
De aquí al Hotel des Invalides. Aprovechamos la caminata para darle a Clari breves pistas sobre Napoleón Bonaparte y sus méritos para merecer semejante monumento luego de su muerte. Creo que quedó impactadas con su tumba y la cúpula dorada del edificio.
Ya la Torre Eiffel se veía desde cualquier rincón por lo que estaba claro que sería el próximo destino. Como no podía ser de otra manera, festejamos estar ahí con una auténtica baguette parisina en la mano.
Y luego, una foto tras otra del emblema francés: de cerca, de lejos, derecha o izquierda. Diría que la estudiamos desde todas las ópticas posibles y el hecho de tenerla enfrente fue como un éxito familiar.
Cómo festejamos la idea de trepar a la Torre Montaparnasse! Incalculable la cantidad de turistas haciendo la cola para comprar los tickets o la hilera para subir a alguna de sus terrazas.
Optamos por pasar por debajo de esta increible obra de 320 metros de altura y 15000 piezas unidas entre sí, para continuar hasta los Jardines del Trocadero, donde descubrimos un parque de juegos para las chicas, y luego al Palacio de Chaillot desde el cual se puede seguir admirando la torre de hierro.
Luego de un rato nos pusimos en movimiento nuevamente, sentido Arco del Triunfo al que llegamos luego de una breve caminata por Avenue Kleber (caminata para nosotros, por que Male avanzaba como princesa en su carroza y Clari sacaba chispas con su monopatín, que usó incansablemente durante toda la estadía).
No recordaba tan llena de gente la avenida Champs Elysees. Sus veredas super anchas estan abarrotadas de personas que entran y salen de los negocios o se sientan a tomar un café en sus bares. Primero hay que caminar la acera de la derecha, y luego la de la izquierda, por que ambas tienen mucho para ofrecer.
Después de crepes y café para entrar en calor ( tuvimos un promedio de 5 grados durante toda la Pascua, aunque los calendarios digan que la primavera ya ha comenzado) pasamos primero por Place de la Concorde y luego por la Madeleine, una iglesia del 1814 que se asemeja a un templo griego. Alcanzamos después la Opera, que es el teatro lírico más grande del mundo. Un edificio divino de la época de Napoleón III con una fachada impresionante.
A la vuelta están las famosas Galerias Lafayette. Dada la hora y el agotamiento de los cuatro nos pareció conveniente conocerlas por dentro: todas las marcas mas lujosas tienen su shop aquí, debajo de una cúpula azul que fascinó tanto a Clari como a mí.
El primer día llegó a su fin un rato mas tarde. No recuerdo a qué hora apoyamos la cabeza sobre la almohada, pero sí estoy segura que quedamos dormidísimos apenas cerramos los ojos.
El sábado descubrimos cómo se divierten las familias parisinas en los Jardines de Luxemburgo, alrededor del Palacio de estilo florentino, hoy sede del Senado.
A pocas cuadras, en pleno Barrio Latino, transcurre Boulevard Saint Michel sobre la que se encuentra la Universidad de la Sorbone, la iglesia que lleva este nombre y el Pantheón, templo laico que alberga tumbas de muchos ilustres como Rousseau, Victor Hugo o Voltaire. Nos encantó este Boulevard, lleno de comercios de todo tipo, cafés y boutiques.
Iglesia de la Sorbone |
Al llegar a la intersección con Saint Germain, nos adentramos en el barrio de St German des Pres. Que lindo nos pareció! Lleno de callecitas que dan vueltas, bares y restaurants, vidrieras bien diseñadas y mucha gente disfrutando la tarde fuera. Aquí está la iglesia mas antigua de la ciudad, justamente la que da nombre al vecindario. Mas tarde me enteré que faltó descubrir la iglesia Saint Sulpice, ubicada a pocas cuadras de allí.
Pero el mapa, o mas bien el que lo leía, nos llevó hacia el otro lado, precisamente hacia el Museo D'Orsay. Teníamos esperanzas de finalizar otra tarde helada dentro de este museo, considerado el mas lindo de Europa. Pero fue imposible. A pesar de que faltaba poco para el cierre de la boletería la fila de gente hubiera superado nuestra paciencia por lo que debimos dejarlo para alguna otra oportunidad.
Cruzamos en cambio el río Sena y llegamos hasta el Jardin de las Tullerías y a la Pirámide de entrada al Louvre. Queríamos mostrarles a las chicas este lugar impresionante que visitaríamos el día siguiente.
Forum des Halles estaba en obras, y desde lejos pudimos ver el Pompidou, este centro de exposiciones que compite con la Torre Eiffel en la cantidad de material usado, piezas entrelazadas y algunas otras cifras.
Luego de pasar por Place du Chatelet, saludar a la Tour St Jacques y el Hotel de Ville, llegamos hasta la Conserjería y Notre Dame. Frente a la catedral de 850 años de antiguedad y cuyas torres no estan terminadas, han montado una estructura elevada que permite verla desde mas arriba.
Un par de horas recorriendo con mas detenimiento el Barrio Latino y Montparnasse y llegamos al final del segundo día. Clari seguía con ganas de patinar por lo que después de la cena extendimos el paseo una hora más y tambien demoramos el final del día hasta que las chicas dijeron "Basta".
El Domingo de Pascuas comenzó en el Mouseo del Louvre. Que grande fue la decepción de Clari cuando vió La Gioconda! Fer debió levantarla en brazos para que la viera detrás de decenas de turistas: la encontró chiquita y detrás de un cristal.
No queríamos que su desilusión empañara la grandeza del Museo asique nos abocamos a mostrarle otras obras de arte del mismo autor, de la misma galeria o incluso los departamentos de Napoleón, y así logramos acaparar la atención tanto de Clari como de Male.
Dos horas mas tarde estábamos fuera, recorriendo el Palacio Real y Place Vendome. Dedicamos la tarde a los alrededores del Arco del Triunfo, al Grand Palais, al Petit Palais, al Pont Alexandre III, y concluimos con una vuelta en la calesita a manivela del año 1913 que aún funciona en Champ de Mars.
Las últimas horas en esta gran ciudad las vivimos en Montmartre: Rue Lafayette, Boulevard Haussmann, Boulevard y Place de Clichy, Place Blanche donde está el más que famoso Moulin Rouge, Rue Norvins, Rue Lepic (al final de esta callecita se encuentra el Moulin de la Galette que inspiró a Van Gogh y Renoir).
Y por encima de todo, arriba de una colina de 130 metros de altura, se encuentra ubicada la imponente Basílica de Sacre Coeur, a la que se puede acceder trepando las callecitas llenas de artistas o en el funicular que deja a uno a los pies de la iglesia. Desde el atrio se tiene una vista muy linda de la ciudad.
Ya de regreso, pasamos por Place de la Bastille y nos subimos a la autopista.
Que nos hubiera gustado recorrer ciertos barrios con mas detenimiento, descubrir mas rincones, entrar a mas comercios tentadores, visitar el Museo D'Orsay y su pintura impresionista sobre las que Clari ya aprendió en el cole, o al Museo Rodin, acceder a Notre Dame ... está claro que es una ciudad que atrapa y que ofrece tanto que hacen falta bastante mas de cuatro días para conocerla bien. Ojalá tengamos la oportunidad de escribir la continuación de este capítulo. Por eso decimos...
Hasta Luego Paris!
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