Martin resultó ser un buen consejero y gracias a sus indicaciones acerté en los platos elegidos: Artsoppa (una sopa de arvejas, con pan tostado y panceta) a la que se le adiciona mostaza ( de la normal o de la dulce) y se puede acompañar con Knacknbrot ( unas galletas de pan tostado) y queso. Día soleado, pero helado, no estaba mal abrir el almuerzo con algo calentito. No quise pasar por alto la Smörgåstårta, o torta sandwich, hecha básicamente con salmón ahumado, capas de pan y quesos cremosos varios ( hay muchas versiones, cada cual con sus ingredientes alternativos). Me encantó! Sobre la torta de chocolate sueca, habría que preguntar a Clara, pero de acuerdo a lo que duró en el plato debe haber sido muy buena. Mientras las chicas lo pasaban en grande en los juegos y rincón de arte, compre unos gramos de la golosina típica: liquors, un caramelo de gelatina negra con forma de pescado.
Luego de unas cuantas horas allí adentro, salimos a pasear por esta ciudad tan linda.
Esta vez, cruzamos el río Rhin en un botecito sin motor, tan solo impulsado por la corriente y prendido a un cable que atraviesa el río. Paseo pintoresco y bien breve, que no dura mas de cinco minutos, pero sumamente requerido por los turistas. El barquito no deja de cruzar de un lado al otro en todo el dia!
En la ciudad vieja, se montó un mercado navideño precioso.
Para calentar un poco el cuerpo, nada mejor que el gluehwein (vino caliente), siempre presente en estos eventos! Y luego a caminar por Freiestrasse, la calle iluminada mas larga de Europa, así dicen. La ciudad hervía de gente que alentaba una carrera de 10 kilómetros, a las 5 de la tarde. Cuando ésta empezaba nosotros dabamos por terminado el paseo. El reloj del auto marcaba 0 grados.
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