Flumsemberg, el centro de esquí que ya les presenté en noviembre, tiene varias playas de estacionamiento grandes, pero es probable que si llegas a las 9 de la mañana ya no encuentres donde dejar tu auto.
Las clases comenzaron a las 10 de la mañana. El termómetro marcaba la misma temperatura, pero ya se veia un muy lindo día, a pleno sol y sin viento. Un metro y medio de nieve en la base.
Al mediodía terminó mi clase, Male pasó a mi cuidado y Fer salió a las pistas por primera vez en muchos años. Pero dicen que aquello que bien se aprende no se olvida jamás. Subió y bajó varias veces hasta las 3 de la tarde. Su cara lo delataba, parece que le gustó!
A esa hora, la base estaba cubierta por la sombra, la temperatura era otra y Clari ya habia terminado su clase. Feliz! Muy entusiasmada, mostró lo aprendido y luego todos al auto.
Male sufrió el día. Trineo un rato, pero luego el cansancio y el frío la superaron. Tanto que solo almorzó unas pocas papas fritas en la terraza, al sol.
En cuanto a mí, los huesos hoy me recuerdan lo mucho que practiqué y todo lo que resta aprender. Era la primera vez! Aún quedan algunos domingos de clase.
El día terminó con cena a las 6 y media de la tarde: sopita, velitas y a la cama!
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