De Calabazas y Laberintos

Así como tuvimos la cosecha de frutillas ( fresas), la de espárragos, la de cerezas, la de ciruelas y la de manzanas, entramos ahora en la época de las calabazas ( no en vano, en Halloween los zapallos adornan todas las esquinas!). En alemán se los llaman "Kurbis". En todas las rutas regionales se ven carteles que anuncian su venta y carros estacionados cargados con cuanta especie se les ocurra ( excepto nuestros "zapallitos verdes", esos que se usan para hacer tarta). Solo es cuestión de parar, tomar uno y dejar el dinero correspondiente en la lata colgada para ello.
Es famosa la exposición ( "Kurbis Ausstellung") que realiza cada año la granja Jucker Farm Art, en la localidad de Seegraben. Queda a unos 45 minutos de Zug, con el cruce del lago de Zurich en ferry incluido. Sin embargo, el programa incentiva a los chicos lo suficiente como para no protestar, y el "paseo en barco" es otro entretenimiento en el medio del camino.
Nos juntamos varias familias en uno de los primeros domingos de otoño, gris, húmedo y frío, pero el entusiasmo infantil disipó el mal tiempo.
Cada día me enamora más el paisaje suizo y el trayecto desde que bajamos del ferry hasta la granja no pudo encantarme mas.
Ya en la granja descubrimos que el programa era más popular que lo imaginado, por que había lista de espera para estacionar! Una vez adentro, se encuentran figuras inmensas hechas con calabazas ( por supuesto!) alusivas a los Juegos Olímpicos ( cada año el motivo cambia). Unas mejor que otras, todas llaman la atención.

Hay zapallos para todos los gustos, recetas y objetivos que se puedan imaginar. Se venden a precio bastante conveniente y el mercado armado con ese propósito es super interesante porque tambien hay productos derivados, todo muy bien presentado. Probamos el jugo de manzana hecho delante de nuestros ojos. Delicioso! 

Los chicos pudieron saltar en torres de fardos ( pasto seco), entrar al corral de las cabras y jugar en hamacas.
Llegado el mediodía, se puede comer comida que parece deliciosa y fresca, hecha con productos de la granja. Se ofrecen mesas al aire libre con vistas al lago Pfaffikersee y a plantaciones de distintas frutas.
Seguramente, hubiera sido mucho mas pintoresco en dia soleado, pero los chicos lo disfrutaron tanto que el almuerzo duró unos pocos minutos. Es que habían descubierto tres laberintos hechos con manzanos... y para allí se los llevó  Fermín.

Se diviertieron a lo grande recorriéndolos desde el más fácil al mas complicado. Hora mas tarde emprendíamos la vuelta con varias bolsas de zapallos bien naranjas.

Y adivinen que cenamos esa noche en casa...