Ya nos habían dicho que Londres era una ciudad mágica, pero la
realidad superó nuestra imaginación.
Si acarreaba temores al viajar ( Male enferma, sistema de
transporte que no me quedaba claro, clima…) éstos desaparecieron ni bien
bajamos del tren First Capital Connect que unió Gatwick Airport con el centro
de Londres ese miércoles al mediodía. Nos
recibió una tarde soleada y ventosa, pero
con un abrigo ligero para cada uno e Ibuprofeno para Male, nos preparamos para
nuestra primera caminata, por Southbank. Bordeando el Thames fuimos dándonos una
idea de esta ciudad tan famosa.
Cruzando el puente de
Waterloo nos adentramos en Covent Garden. Aquí ya empezábamos a ver figuras clásicas londinenses: los taxis
negros, los pubs, los buses tradicionales, las casas de ladrillo rojo. Y
teatros, teatros por todos lados, con musicales para todos los gustos en
cartelera.
China Town, pintoresca como en cada ciudad. Y descubriendo,
un paso tras otro, sin darnos cuenta llegamos a Picadilly Circus. Ya oscurecía,
las luces y carteles iluminados por todos lados encandilaban ( creo que las
chicas nunca habían visto semejante cantidad de voltios juntos!) , parecía que
todo Reino Unido estaba en esa esquina. Ahí estaba Rain Forest Café, pero quien
no estaba fuera estaba allí adentro, y
no estábamos dispuestos a esperar. Seguimos nuestro paseo. Primero una
esquina, luego otra, aquí doblamos, aquí seguimos. Desembocamos en Regent
Street. Que linda es! Y ya teníamos delante a Fortnum and Mason. Que tienda elegante!
El día había comenzado muy temprano. Ya era hora de darles
descanso a las chicas. A dormir, mañana sería otro día bien entretenido.
Y así fue. La mañana comenzó fresca y algo lluviosa, pero eso
no impidió que llegáramos caminando hasta Buckingham Palace antes de las 11
horas. “Vayan con tiempo, se junta muchísima gente” había sido la
recomendación. Obedientes, media hora antes del evento ya estábamos buscando
ubicación para el cambio de guardia, evento que a esta altura del año ocurre en
días pares. La gente se trepa a las rejas del palacio, cubre toda la acera y
llega hasta St. James’ Park. Y vale la pena. Desde chica quería ver esto!
Primero las carrozas, luego los soldados de rojo y los de negro. Y para
terminar, aquellos con el famoso sombrero de piel de oso, a pura trompeta.
Avanzan desde el parque anunciándose.
Finalizada la ceremonia, el paseo al costado del parque es
divino. Todo el otoño se presenta allí.
Enfrente, el Museo de los Guardias.
Entramos al shop. Clari quiso comprar con sus ahorros (que no paran de crecer
al mismo ritmo que sus dientes desaparecen) una postal para cada una de sus
abuelas.
El paseo a Westminster desde allí no es largo. Charla va,
charla viene, nos encontramos en la puerta de esta Abadía. Cuanta historia ahí
adentro! Increible pasar por la tumba de Darwin o por la de Churchill, por el
recordatorio a Shakespeare, pararse frente al trono de coronación que usó cada
rey inglés desde 1300, o frente al altar en el que se oficiaron coronaciones,
casamientos y velorios. Clari hizo todo el recorrido guíado completando cierto
cuestionario. Al finalizar, medalla de chocolate de premio!
Allí nomas, el Parlamento y el Big Ben. Edificios imponentes
y realmente muy lindos.
Caminando por la avenida Whitehall se cruza uno con Downing
Street, una calle breve y cerrada con rejas donde vive el Primer Ministro. Unas
cuadras más adelante, Trafalgar Square. Inmensa. Llama la atención la Nelson’s
Column con los leones al pié, la enorme fuente al centro, la National Gallery
detrás y la iglesia St Martin’s in the Field a uno de los costados.
Unas cuadras más y estaremos nuevamente en Regent Street.
Una avenida comercial con los negocios más lindos y reconocidos. Llegando a la
calle Malborough se encuentra uno con un clásico londinense: Liberty. Cómo no
entrar! De qué año será ese edificio? Por dentro guarda la construcción de
madera, los balcones interiores asoman a un patio cerrado. Las chicas se fascinaron
con el piso navideño y las golosinas.
Habíamos prometido pasar un rato en “la juguetería” Hamleys.
Son 6 pisos cubiertos de juguetes, vendedores que prometen entretenimiento
eterno, libros, muñecos y todo lo que se les ocurra. Fueron 90 minutos
inolvidables y tan entretenidos que no hubo necesidad de abrir la billetera. El
lugar por sí mismo fue suficiente.
Carnaby Street y el Soho nos atraparon luego. Moda de
vanguardia, vidrieras divertidas, mucha luz y música.
Aún faltaba un rato hasta
la cena y aprovechamos el tiempo para conocer Oxford Street. Si bien
multitudinaria como nos habían advertido, es muy interesante y tiene varios
negocios que no vimos en otras partes de la ciudad. Buscando la línea de metro más
conveniente, llegamos hasta Bond Street . Después de pasta italiana, dimos por
terminado nuestra segunda jornada en la capital inglesa.
El viernes empezó en Borough Market, un mercado bien
auténtico en London Bridge.
Después de una caminata bordeando el río por su
margen norte llegamos a la Torre de Londres… que de torre no tiene nada! Es una
fortaleza donde pasaron grandes personajes de la historia inglesa, crueldades y
anécdotas por siglos. Aún sin guía, el recorrido es muy interesante ya que está
bastante bien explicado por escrito. Recorrerla toma unas tres horas y con ello
se incluye la exposición de las Joyas de la Corona.
Con el metro llegamos al Museo de Historia Natural (Natural
History Museum). Este iba a ser el
escenario para el reencuentro de Male con Tony, su amiguito del alma, recién mudado
a Londres. Un dinosaurio gigante nos recibió ni bien entrar con lo que nos dejó
con la boca abierta a todos, menos a Male, que seguía clamando por su amigo.
Acertada fue la elección de separarnos: Fer y Clari por su lado aprovecharon la
hora y media para recorrer casi todo el museo. Male y yo, en cambio, dedicamos
ese tiempo a Tony y su mamá (Tere). Tal era la exhaltación de los pequeños que
daba lo mismo si se topaban con un dinosaurio o con un cohete.
En South Kensington encontramos muchos restaurants para
compartir una cena temprana, pero terminamos en Brindisi, una casa de tapas
españolas muy buenas. Y cuando de allí nos echaron, bajo la lluvia, subimos al
metro, nos despedimos de nuestros amigos con un “hasta pronto” y dimos por
terminado este día.
El sábado londinense comenzó en Notting Hill. Que barrio tan
pintoresco! No queríamos perdernos Portobello Market. Explotaba! Son varias
cuadras a lo largo de la calle que le da nombre donde se pueden encontrar antigüedades
de todo tipo, comidas de distinto origen, verduras, ropa.
Cuando ya no
encontrábamos lugar para circular con el cochecito de Male, desviamos y
llegamos hasta Kensington. Me encantó! Ni hablar de los parques reales que
rodean al Palacio o el parque de juegos Princesa Diana que volvió locas a las
chicas.
Almorzamos en un clásico pub londinense ( con menores de
edad solo se puede acceder hasta las 17 horas) y luego caminamos hasta Marble
Arch, donde comienza Oxford Street. Será que en sábados lluviosos se reúnen todos
allí? Huimos a Harrods. No nos podíamos ir sin visitar esta tienda! El food store fue lo que más me gustó a mí,
en cambio las chicas se volvieron locas en el sector Disney. El edificio es increíble!
Y llegó el domingo, el último día aquí. Y nos fuimos al
British Museum. Que privilegio poder mostrarle a Clari semejante museo y los
tesoros milenarios que se exponen allí! Quedó impresionada por las momias,
sarcófagos, restos arqueológicos de siglos y siglos atrás, las esfinges
egipcias, las esculturas del Partenón. Mapa en mano, Fer nos hizo una gira de
hora y media que encandiló a las tres.
El barrio que lo rodea es lindísimo. Se lo conoce como
Tottenham por la estación del metro más cercana. Al almuerzo lo hicimos en “Pizza
Express”, que se llevó un lugar de
privilegio en el ranking londinense hecho por Clari.
Sin quererlo descubrimos el Soho Square Garden, los bares
que rodean esta plaza y todo el movimiento en un domingo de lluvia.
Así nos
despedimos de esta ciudad que costó dejar y que esperamos volver a visitar
pronto para descubrir por dentro rincones, museos, teatros, edificios…
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